Constantemente se habla del arte y lo valioso y sublime que puede llegar a ser, pero pocas veces se habla concretamente sobre su contribución social. Aquí una breve exposición desde el punto de vista del autor en la ciudad de Puebla.
Se habla mucho de la vida cultural y la riqueza cultural de la ciudad de Puebla, hay quien incluso recuerda la importancia de la escena poblana, y no es para menos, tenemos en esta ciudad uno de los teatros más antiguos del continente, así como el desarrollo de carreras por demás importantes de figuras como Caruso o Plácido Domingo, lamentablemente la realidad actual dista mucho de aquellas lejanas glorias.
Comencemos echando un vistazo a la infraestructura cultural de la ciudad, donde en los “planes de desarrollo” se menciona siempre “la recuperación de espacios”, sin embargo y por mencionar solamente algunos ejemplos, es cada vez más grave la pérdida de espacios culturales tanto de desarrollo social como parques y jardines, hasta de desarrollo escénico o incluso museístico.
he aquí de una muy pequeña e incompleta lista que se me viene a la mente: el Paseo Bravo, la Plaza cultural “la margarita”, el llamado “parque del arte” (donde por cierto no existe ningún espacio para la expresión artística), el escenario del parque ecológico, el teatro la paz, el teatro Recek Saade, el lunario del auditorio s. XXI (hoy auditorio metropolitano), el teatro de la 11 sur (desconozco su nombre), el auditorio del museo de la música de Viena, el gran auditorio del parque metropolitano, los escenarios móviles de las caravanas culturales, el auditorio del centro de espectáculos “el campanario”, eso sin contar los recintos privados como las salas de cine que llegaron a funcionar como teatros (con escenario, telón y hasta foso de orquesta incluido) y hoy se han convertido en complejos como el Cinemex de la 7 poniente y 16 de septiembre o bien en tiendas como el Elektra en la 3 sur y av. Reforma o el “Modatelas” de la 2 oriente, el cine Pardavé, y un muy largo etcétera.
Tampoco se toman en cuenta la falta de escenarios muy importantes como una sala de conciertos para orquesta o bien una concha acústica al aire libre; esto nos lleva al extremo de que en lo que es realmente el municipio de Puebla solamente contamos con 2 teatros: el Teatro Principal y el Teatro de la ciudad y tal vez el Auditorio del Instituto Oriente, puesto que el auditorio del Colegio Benavente o del Colegio Esparza o la concha acústica de Ciudad Universitaria no cuentan con el equipamiento adecuado para una producción escénica, los grandes auditorios como el Metropolitano o el GNP no los podemos incluir en esta categoría por no contar con la adecuada acústica e iluminación y la capacidad de personas que tienen, lo que obliga forzosamente a apoyarse en recursos tecnológicos que encarecen más los precios ya de por sí inalcanzables para pequeños productores. Escenarios como el teatro del CCU ya están en el municipio de San Andrés Cholula, y el teatro “Ciudad Sagrada” tampoco cuenta con el equipamiento necesario para una producción escénica. El esfuerzo de los pequeños foros es loable, sin embargo los espacios son solamente para producciones semi profesionales de pequeña envergadura.
Sigamos pues, con el tema de los precios, que ponen a los posibles productores locales en desventaja competitiva contra las grandes empresas nacionales y extranjeras que traen espectáculos de alto perfil, alto precio y poca o nula derrama para la producción artística local pues nunca se toman en cuenta a artistas y/o empresarios locales para participar en este tipo de espectáculos, pero sí fijan un estándar de precios e impuestos que solamente se vuelven
competitivos con el apoyo de una maquinaria de gran capital que pueda contratar medios de comunicación y publicidad en paquetes muy elevados de precio que encarecen el valor real del producto artístico y que al no tener el apoyo mediático no puede competir con todo lo centralizado en la CDMX, esta problemática se agrava puesto que se extiende a ferias y festivales cuyo espíritu original era mostrar precisamente la riqueza cultural, humana y de talento con la que cuenta en primer lugar la ciudad y en segundo lugar pero no menos importante la entidad.
Llegando ahora a la cuestión de ferias y festivales, en primer lugar hay que mencionar la absurda filosofía de no tomar en cuanta al talento local, como ejemplo la muchas veces directora artística del FIP Millaray Cortés que definitivamente “no contrata artistas poblanos”, llevando esto a un absurdo de pagar cientos de miles de pesos a artistas extranjeros lo que incluye gastos de traslado, alojamiento, alimentación y por supuesto honorarios pagados en euros o dólares.
Sumado a esto es muy importante también ahondar en el asunto de los impuestos, sin embargo antes quisiera apuntar lo siguiente: los artistas somos también generadores de riqueza. No me refiero a la riqueza cultural de la que se tanto se habla, me refiero netamente a riqueza material, monetaria, económica. Contratar música en vivo o comprar una pintura genera movimiento de riqueza, comprar un boleto para un espectáculo o alguna obra de teatro, genera empleos, atrae turismo, aumenta el consumo de bienes y servicios, los artistas debemos ser tratados como cualquier productor de cualquier otro bien o servicio.
Así como se da apoyo a las pequeñas y medianas empresas como cafeterías, tiendas o restaurantes, o apoyos a los pequeños productores ya sea en la agricultura o alguna rama de la industria, a la producción artística local se le aumentan impuestos y se le ponen trabas. Un ejemplo es la nueva cuota de “protección civil” cobrada por el actual ayuntamiento que desacredita la eficiencia de los servicios de emergencia. Mismos que deberían ser brindados por las autoridades locales al obligar a las puestas en escena a contratar un peritaje, seguridad policial y una ambulancia fuera de los recintos, dicho peritaje se debe hacer incluso a recintos propios del ayuntamiento como el Teatro de la Ciudad.
Una vez más pone en desventaja al pequeño productor y es incongruente al observar lo que sucede con los complejos de cine, plazas y centros comerciales, mercados o bares y restaurantes donde también hay una amplia concentración de personas y no se les exigen estas condiciones. Insistiendo también en que la tasa impositiva se da con base en los espectáculos de alto perfil respaldado por empresas de gran capital y dejando de lado los impuestos sobre la publicidad, que con una “buena gestión” llegan a ser hasta condonados.
Finalmente queda la falta de apoyo de la iniciativa privada en los espectáculos locales, los empresarios poblanos en su mayoría han sido herederos directos de la ideología neoliberal impuesta los últimos cuarenta años, han buscado ya no arriesgar en un emprendimiento, buscando constantes garantías, llevando (por dar un ejemplo) a las bandas de rock al absurdo de solamente tocar música en inglés por ser el “concepto del lugar” y asegurar un público cautivo, dejando de lado la riqueza musical de nuestro país y aplastando definitivamente el surgimiento de nuevos talentos y la creación de nuevos públicos. Así también la voracidad de los medios de comunicación locales y la falta de espacios en los medios estatales para la difusión de eventos y productos artísticos.
La solución a esto es por demás sencilla, simplemente es devolver la dignidad al quehacer artístico que es la expresión más pura y profunda del humanismo (y debe ser pilar en el desarrollo y difusión del “humanismo mexicano”), quitando la mentalidad de “lo etéreo del arte” y tratar a los artistas como a cualquier otro productor, sin paternalismos y tomando en cuenta que los artistas también somos personas con necesidades económicas, se proponen los siguientes puntos:
- El combate a la corrupción dentro de las secretarías locales.
- El ejercicio adecuado del presupuesto de la secretaría de cultura.
- Alto al saqueo del presupuesto de cultura que hace décadas es utilizado como “caja chica” de los gobiernos en turno.
- El pago justo a los artistas por el otorgamiento de sus servicios.
- Preferencia a los artistas locales en ferias y festivales.
- Programa de estímulos a los productores artísticos locales (no como becas o apoyos paternalistas sino como productores y generadores de riqueza económica).
- Estímulos fiscales a los productores locales.
- Apertura de agendas de los foros por lo menos con tres meses de anticipación.
- Supresión del impuesto de “protección civil”.
ADÉNDUM: EL CASO YUCATÁN
Las circunstancias personales me han dado la oportunidad de vislumbrar un poco en el manejo de la cultura en el estado de Yucatán, donde sus habitantes son orgullosos de sus raíces y expresarlas en el arte es parte fundamental de su gran desarrollo cultural y artístico. Citaré a continuación (y no puedo evitar ciertas comparaciones) algunas de las observaciones que he podido hacer en este ámbito en aquella entidad:
- El ejercicio del presupuesto de cultura en el desarrollo de las expresiones artísticas locales, danza, música, teatro, pintura, escultura, etc.
- La activación e intervención constante de teatros, plazas, parques, jardines, museos y hasta centros comerciales con expresiones artísticas propias de la cultura yucateca financiada por el estado (con el presupuesto de cultura ejercido en los artistas).
- El museo de la canción yucateca (mientras en Puebla nos preocupamos por dedicar un museo de la música sajona), donde se puede acceder a lo música de compositores como Guty Cárdenas hasta Armando Manzanero y compositores menos famosos en el resto del país pero muy famosos a nivel local, lo que incluye un retrato al óleo para cada uno de los compositores reconocidos (mientras en nuestra ciudad tenemos un paseo del compositor bastante descuidado en el camellón de la avenida 43 poniente).
- El financiamiento de artistas locales para la presentación de sus obras en los teatros y plazas culturales, desde ballets folclóricos hasta compositores, incluyendo grupos de trova yucateca o hasta comediantes.
- Todo esto sin dejar de lado la constante visita de producciones de perfil nacional o internacional como por ejemplo las presentaciones de Plácido Domingo en Chichén Itzá.